En un mundo dominado por la inmediatez y los contenidos breves, la poesía épica o lírica al igual que la dramática se mantiene como un contrapunto necesario, un espacio donde el tiempo se dilata y las grandes narrativas recuperan su lugar. Pero no solamente es la poesía un instrumento que solo nos hace disfrutar sino que nos transmite algo más, una moral, un sentido, una sabiduría muchas veces imposible de expresar en prosa… Reflexiones que nos han acompañado durante siglos, de hecho desde el mismo inicio de la civilización y que no solamente nos permite conocer el pasado sino que nos provee de ejemplos y nos permite tratar temas de una altísima complejidad, tanto antiguos como de última actualidad. Un ejemplo de ello son los mismos líricos griegos quienes surgieron en gran medida para contradecir a Homero, discutiendo qué es la virtud y si es el amor, el dinero, la belleza física, intelectual o la virtud militar, argumentos que aún hoy dan mucho de qué hablar y que parecen haber sido olvidados. Y aunque posiblemente se piense que quizás la poesía no es la mejor método para tratar tales argumentos es necesario decir que su disposición y arte de ninguna manera es un impedimento para aprender, pues está claro que esta ha logrado algo que la didáctica muchas veces no ha podido conseguir que es el deleitar a la misma que se instruye. Justo por eso creo necesario citar a Cicerón en su defensa del poeta Arquias en la cual defiende la poesía no solamente como un elemento más de nuestra vida sino como un regalo casi para el bien común por aquella razón que cumple una función triple: deleita, enseña y mueve.
Escritor y poeta